martes, 24 de mayo de 2011



No te vayas mi amor, aún es tiempo, no han florecido las rosas ni tus blancos nardos; no ha llegado el frío del mes de la muerte ni has llorado tanto como he llorado yo; aún podemos defender la estructura férrea del amor que hicimos, aún hay esencia en mi voz, en mis manos, aún hay tibieza en tu amor, en tus ojos.

Déjame verte como aquellos días, los dos frente a frente, sin rencor ni miedo, que sea tu alma la que me repita que vas a dejarme de una vez por todas.

Es cierto que a veces sin querer te dije palabras hirientes, mentiras, necedades; que de la confianza se deriva el trato, que talvéz fui duro, ruín e ingrato, también es cierto que algunas veces tuviste para conmigo crueldad, rudeza, que fuiste indiferente con mis caricias y mis besos y que eran más largas mis noches frías.

Pero todo eso puede arreglarse, cubramos las cicatrices, como el payaso con pintura y apariencias, vistamos de ser posible un traje prestado de la armonía, con la esperanza de que algún día se cure el alma y me perdones, tal como yo a ti, para que juntos terminemos de construir el sólido techo de nuestras vidas.

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