Llega un tiempo en el que echas la vista atrás y te das cuenta de todo lo que has pasado y entonces, por primera vez, no lloras sino que asumes, aprendes que todo lo que sucede tiene un motivo de ser, que nada es porque si o porque no, que hay que buscar razones, pedirlas y darlas.. Aprendes que las cosas hay que decirlas cara a cara y que sólo vale la pena derramar lágrimas por aquellas personas que te tiendan su mano para ayudarte a levantarte tras cada caída.
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