domingo, 6 de febrero de 2011

Da igual que te creas que algo no va a pasar nunca, o que estés total y absolutamente seguro de que sabes que hay una persona que nunca te va a fallar, de vez en cuando, la vida se encarga de abrirte los ojos, y de dejarte claro que nada es para siempre, o al menos, casi nada.
Un buen día te levantas, te sientas frente a tu ordenador para trabajar, y de repente todo cambia. Esa persona en la que creías ciegamente, por la que hubieras hecho cualquier cosa, a la que siempre has defendido rompiendo incluso tu ética personal, decide que se acabó, que no mereces la pena, y pone distancia entre los dos.
Y te quedas con cara de tonto, mirando, pensando en qué fue lo que hiciste mal, y alucinando con las cosas que van pasando poco a poco, y las mínimas señales de esa vida que ya no es parte de tu vida que te van llegando. Te preguntas si será feliz, y no lo sabes, y crees que nunca lo sabrás. Quieres saber quién tiene cerca, si habrá alguien para cuidar de sus locuras, y sabes que no debe importarte, porque total, si tú ya no le importas nada, no merece la pena, eso dice todo el mundo.
Tienes que recordar que te ha hecho daño, pero no sabes por qué de repente te vienen buenos recuerdos, y encima eres de los que sueñan. Sí, yo sueño cada noche, algunos amigos dicen que eso mola, pero a mí no me lo parece. Sobre todo cuando te levantas a media noche, bebes agua, te das una vuelta, vuelves a la cama ¡y sigue el mismo sueño! creo que esto me pasa a mí y a poca gente más; es como el que deja en stand by el reproductor de DVD, así son mis sueños.
Lo peor es saber que no es un stand by, que es un stop definitivo, y que cuando ya no duermas, no queda nada, y que encima eso es lo mejor para tí, porque si no no te habría hecho tanto daño como para hacerte llorar muchos días, como para hacerte preguntar a todo el mundo (hasta el límite de la extenuación de compañeros y amigos) cuál es la opinión que tienen sobre lo que pasó, para verte indagando detro de tí, pensando si eres tan mala como te dijo, o la realidad es que no, que es sólo lo que pareció, y que no hubo tiempo de explicaciones.
No hay tiempo de explicaciones, no necesito explicaciones, no me hacen falta. Tengo que entender de una vez en la vida, que si alguien no me quiere, no debo seguir emperrada en necesitarlo, y pensar con la cabeza, que para eso está.
Lo llevo intentando mucho tiempo, pero ahora lo voy a conseguir. Voy a creer que has muerto, voy a terminar el duelo, como se hace con los muertos, intentaré dejar algunos recuerdos, y si alguien me pregunta por tí, sólo diré que no nos vemos mucho, porque esás lejos. Y diciendo esto no mentiré.



No hay comentarios:

Publicar un comentario